miércoles, 15 de mayo de 2013

Mitos fumados



Pedro y Pepe

La amistad entre Pedro y Pepe surgió cuando apenas dejaban los pañales, pero el biberón seguía siendo trascendental en su vida.

Juntos quisieron ligar en el kínder, se fueron de pinta a los 5 años, buscaban la tierra de los dinosaurios, y probaron su primera gota de licor a los 6.

Aventuras cómicas, de amor, tristeza y odio fueron las que vivieron durante su existencia estas dos personas ávidas de amistad y grandes sueños.

Uno se apoyaba en el otro en momentos de complicación, como cuando el bruto de la escuela quiso golpear a Pepe. Pedro se vistió como su amigo y recibió la paliza por él, ya que la mamá de Pepe era muy estricta y si lo veía con moretones no lo dejaría de salir de por vida.

Uno de los momento más cruciales que probaron su amistad fue el día en que el volcán cercano a su ciudad estalló y las llamas emanaron como si fuera sangre de la aorta. La destrucción era inminente.

El caos no se hizo esperar en esa pequeña ciudad, y los adultos comenzaron a pelear por provisiones y agua, Pedro y Pepe se preguntaban por qué se realizaba aquel alboroto tan singular.

Ellos idearon un plan en el que deberían juntar todas las provisiones en un solo lugar y de ahí cada quien tomara solo lo necesario. Hasta ellos se ofrecieron para ser los mediadores y dar la comida y agua necesaria a las familias.

La lava se acercaba cada vez más, y cuando quisieron anunciar su plan a la comunidad adulta fueron ignorados ya que la histeria había invadido las mentes de las personas.

Corrían como locos por todos lados, peleándose hasta por un pedazo de trapo con mugre. Algunos morían entre los pisotones de la multitud, mientras sentían el calor sofocante de la lava, que había llegado a las calles en las orillas de la ciudad.

Pedro y Pepe, al ver cómo aquella masa cálida y brillante se aproximaba a ellos, decidieron correr a sus hogares. Evitaron diversos obstáculos, como gente enardecida, carros llameantes y estructuras caídas.

Durante ese andar, tuvieron que subir una montaña de escombro, fabricada por un grupo de personas como barricada para evitar ser despojados de sus pertenencias, pero a mitad de ésta un anuncio panorámico, cuyos cimientos fueron derretidos por la lava, cayó sobre el pie de Pepe.

Pedro estiró y estiró el brazo de Pepe sin poder moverlo. Con una palanca de fierro trató de quitar el anuncio encima de la pierna de Pepe, mientras la lava se acercaba cada vez más.

Pepe, con lágrimas en los ojos, pidió a Pedro que se fuera a guardar resguardo, pero Pedo se arrodilló y tomó la mano Pepe, con el fin de consolarlo en su desdicha. Ambos se miraron y una sonrisa se figuró en los labios moqueados de Pepe, así como en los labios secos de Pedro.

Cuando la erupción se tranquilizó, los bomberos llegaron a buscar sobrevivientes. Uno de ellos vio como dos estatuas de ceniza estaban unidas de la mano, viéndose directamente, la imagen lo conmovió por un momento, pero ésta se perdió en el tiempo cuando una brisa fuerte de aire derrumbó las pequeñas estatuas frágiles.  

Se dice que desde entonces las almas de Pedro y Pepe aparecen para conciliar a las personas en momentos de conflicto. 

miércoles, 8 de mayo de 2013

Mitos fumados

Manuel y Clara



La primera vez que Manuel vio a Clara fue en la feria organizada por la universidad en su patio. Ella era parte de una comuna gitana. Le enterneció su vestido blanco, figura cristalina y dientes brillantes.

Como ella bailaba algún estilo de ballet en el escenario de la feria, cuando daba vueltas sin control su vestido y cabello ondeaban a su alrededor, lo que hipnotizaba a Manuel hasta dejarlo con la boca abierta y baba en la comisura del labio.

En ese preciso momento, donde todo se detuvo excepto el danzar de aquella mujer, el hombre decidió que tenía que ser para él, pero su porte indefinido, cabello salvaje y aliento de dragón no permitirían que se fijara en él.

Después del baile, mientras Clara tomaba un poco de agua de la fuente y se secaba el sudor con seda, Manuel se acercaba sigilosamente, se escondía entre le multitud y postes a cada paso, para que no pudiera ser identificado o Clara no huyera volando como una paloma.

Llegó al lado de ella. Al verlo, Clara le sonrió. Manuel se sonrojó, paralizó y enmudeció. Alguien llamó a Clara y ella se despidió de su nuevo pretendiente con una sonrisa. Él la vio alejarse poco a poco, y después de 10 metros de distancia intentó tomar su mano. En aquel momento Manuel decidió que movería piedra, agua y aire para poder estar a su lado.

Pero pensó ¿Qué podría gustarle a alguien como ella? ¿Qué regalo podría ser el preciso para que se enamorara eternamente de él? Manuel pensó y pensó caminando alrededor de la fuente hasta que el agua se escureció y volvió a brillar con la salida del sol.

La luz en su cara le hizo pensar que Clara querría más que todo en la vida una casa, y se acordó de aquel diamante escondido debajo del mar que cumple los deseos de las personas al instante.

Rápidamente corrió hacia la costa y se inmiscuyó en el mar. Nadó como loco hacia al fondo y a medio camino recordó que no podía respirar tanto tiempo bajo el agua. Besó peces, bailó con anguilas y casi le hizo el amor a una medusa para poder respirar a gusto. Continuó su travesía hasta ver de lejos una luz blanca brillantísima que iluminaba las algas y crustáceos incrustados en el suelo marino.

Al acercarse más vislumbró el diamante en forma rectangular con la punta triangular, lo abrazó y estiró del suelo tan fuerte como pudo, pero la piedra preciosa no se inmutó. Su esfuerzo provocó que la cara se le volviera morada.

Sus esfuerzos fueron infructuosos y lo único que provocaron fue que Manuel se recargará en la piedra y se pusiera a llorar. Sus lágrimas flotaban y se perdían en el movimiento del mar. El delfín, siempre amigable y valeroso, vio a aquella figura extraña en pena y llamó al cangrejo, el pez martillo y pez espada para que le ayudarán a escavar la piedra.

Todos animados y enjundiosos se dedicaron a su labor, pero no pudieron mover al diamante, que se negaba a separarse de su eterno hogar. Al ver cómo el ánimo de todos de desvanecía, la ballena se conmovió y de un coletazo arrojó al diamante hacia las alturas del mar. Manuel rápidamente nadó hacia ésta y con una mano se despidió de sus nuevos amigos.

Salió hacia la arena de la playa con el diamante encima de sus hombros. Así caminó hasta la cima de la colina cercana a la universidad, y le pidió al diamante que hiciera la casa más perfecta del mundo.

En ese lugar surgió un cubo negro inmenso, con el diamante en el centro. Manuel le espetó al diamante que esa no era la casa más hermosa del mundo. El diamante le respondió que la casa más hermosa del mundo es en la que él y su amada se sintieran más cómodos para vivir, por lo que ellos deben de crearla.

Manuel corrió hacia la universidad para encontrar a Clara. Los universitarios y profesores se sorprendieron al ver esa caja negra surgir de la nada. Manuel llegó y entre la muchedumbre esperaba descubrir a Clara. La encontró sentada en la fuente, jugueteando con el agua y sin darle importancia al espectáculo que atraía a los demás.

Se acercó a ella, quien lo miró y sonrió como la primera vez. Manuel le explicó el motivo de aquel cuadro negro. Clara solo sonrió y derramó lágrimas. Ella lo abrazó y le dijo que no le importaba como fuera la casa, mientras él estuviera con ella para compartirla.

Manuel no pudo escuchar mejor respuesta y le devolvió el abrazo. Ambos se quedaron como estatuas junto a la fuente mientras las demás personas volvían a su rutina diaria.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Capítulo 12. La redención de los penitentes



Una mañana clara en Monterrey, Esteban está en el último piso del estacionamiento donde fue citado para ver al Rambo. Al ser una azotea el lugar, tiene una panorámica del Centro de la ciudad.
Nota el Faro del Comercio a lo lejos, y recuerda que hace años que no ve su rayo verdoso desplazarse por el cielo, después mira la Catedral de Monterrey.
“Demasiado tarde para hacerme religioso”. Ríe.
Mira su reloj de pulsera y ve que son tres minutos después de las 9.
“Pinche raza siempre llega tarde, pero ahora estoy muy desesperado para esperar”.
Voltea hacia abajo del edificio y solo ve gente caminar por la banqueta, nadie sospechoso o que pueda ser el Rambo. Nota un Sedan color gris claro, el cual nota familiar.
Escucha pasos en las escaleras, se alarma porque aun no ve a la persona. Pone su mano en el mango de la pistola, la cual metió en su pantalón por la espalda. Ve llegar a un tipo de mediana estatura, complexión normal y el pelo largo rizado. Porta lentes oscuros.
“Cual Rambo, se parece más a Rigo Tovar”.
Al verlo caminar hacia él Stiby guarda su pistola.
“Me recuerda cantantes de videos gruperos que vi de chiquillo”.
-Esteban- saluda el Rambo en voz alta antes de llegar al asesino.
Se dan la mano.
-¿Cómo estás?-pregunta Rambo.
-Pues bien, en lo que cabe.
-Apenas es temprano pero ya se siente que va a hacer calor verdad- comenta el Rambo.
-Pues sí, aquí es así en Monterrey-
“Este pendejo que tiene, que ya me diga cómo irme”.
El Rambo mira el panorama.
-Se ve chida la vista de aquí, el Faro del Comercio se ve grande, ¿Hace cuánto que no ves el rayo?
-Ya tiene años, oye el Morcón me dijo que podías ayudarme a salir del país.
-Ahh sí, traes la lana, son 100 mil pesos- El Rambo pierde el tono amable.
-¿Tanto?
-Pues es que va a estar difícil sacarte, todo mundo te conoce.
-Bueno, a ver espérame.
Esteban empieza a sacar fajos de billetes de su bolsa, al Rambo se le iluminan los ojos. Esteban le da unos fajos de billetes.
-Ten, aquí está.
El Rambo toma los fajos.
-¿Está completo?- pregunta.
-Claro.
-Ok, ok.
-Entonces, cómo le vamos a hacer.
El Rambo saca unas llaves de su pantalón.
-Ten, es de un Platina que está a la vuelta, en Modesto Arreola, es seguro, te vas con él hasta la frontera con Guatemala.
Saca un pedazo de papel y se lo da a Esteban.
-Aquí tienes un itinerario de los diferentes retenes y cuáles te van a dejar a pasar sin broncas, ¿entiendes?
Esteban ve el papel y asiente.
-Cuando llegues a la frontera, muy discretamente buscas al agente Rogelio Ramírez, él te va a dejar pasar, a lo mejor te pide mordida, ya sabes cómo son esos perros.
-Sí, sí sé.
-Bueno mi Esteban, eso es todo, ¿alguna duda?
-No, ¿Entonces si sigo este itinerario no voy a tener problemas con los retenes?
-Así es, hay muchos agentes federales y estatales que son corruptos y son parte de toda una red, algunos a lo mejor te reconocen y te piden algo de lana, tú sabes que todo esto se mueve así, el problema es si te topas con agentes que no son corruptos, ahí ya te chingaste.
-Sí, está bien, no pues muchas gracias Rambo.
Se dan la mano.
-Ya sabes, cuando se te ofrezca, y si ves al Morcón dile que ya no trague tanto o se va a poner más marrano.   
Esteban ríe. El Rambo se despide con un ademan con la mano, y deja a Esteban solo en la azotea del estacionamiento.

Mientras ellos dos hablan arriba, Huhn llega al estacionamiento, nota el Sedan gris claro.
“Pinche Flaco, siempre buscando cómo chingar gente”.
Se acerca sigilosamente a la puerta del piloto, ve al Flaco leyendo una revista semanal, no se percata que Huhn lo ve, éste golpea despacio el vidrio. El Flaco voltea a verlo y se exalta, Huhn le hace la seña para que baje el vidrio. El Flaco oprime el botón dubitativo.
-¿Qué pasó mi Flaco, que andas haciendo aquí?
-Pos ya sabes, te lo dije ayer.
-Pero no me dijiste que la ibas a hacer de Halcón.
-Pues es normal, que no.
-Pues sí, ¿cómo está la situación?
-Para qué quieres saber.
-Pues nada más, para echarte una mano si puedo.
-No, la lana es mía, no me ayudes, no te voy a compartir.
“Siempre tan avaricioso”.
-Bueno ya- dice Huhn- supongo que ya están arriba no.
El Flaco ve con desconfianza a Huhn. No responde.
-Se ve que está tranquilo todo- dice Huhn.
-Mira Huhn, no sé qué te pase hoy pero te voy a pedir que no estés chingando, tú te hiciste a un lado en todo esto y…
Antes de que pudiera terminar el Flaco, Huhn lo golpea con el mango de su pistola en la boca, que sangra irremediablemente. El Flaco se tapa la boca con la mano y ve que ésta se llena de rojo, escupe un diente.
-Pinche culero, ya te vendiste.
Hun le vuelve a dar un golpe con la pistola en la cara, el Flaco se duele y maúlla.
-A ver cabrón- dice Huhn mientras le toma las manos al Flaco y lo esposa contra el volante del carro, quita las llaves del interruptor y arranca la bocina del volante.
-Mucho cuidado con hacer ruido o tratar de comunicarte con alguien, porque te chingo, me oíste pendejo.
El Flaco solo asiente con los ojos lagrimeados.
Huhn se enfila hacia el último piso del estacionamiento.

Al ver irse al Rambo, Esteban siente algo de tranquilidad.
“Bueno, ya nada más queda ir por el carro y ser libre, qué chido”.
Toma su mochila y se dispone a salir cuando escucha pasos acercarse en las escaleras.
“Es más de una persona”.
Busca un lugar donde esconderse pero no encuentra nada, solo la pared que está al lado de las escaleras y que es punto ciego para los que entran.  Se acomoda ahí y saca su pistola. Ya no se escuchan pasos, ni ningún ruido.
“Ya vienen, ya vienen, alerta”.
Los dos hombres que buscan asesinar a Esteban escuchan pasos tras de ellos. Se miran y uno se queda a la espera. El otro se dirige hacia Esteban.
“Dónde se metieron”.
Escucha un ruido atrás de la pared en la que se esconde, se agacha rápidamente. El hombre sale repentinamente del otro lado de la pared y dispara con silenciador, no le da a Esteban, quien le dispara en el estómago y retumba en todo el edificio. Huhn escucha y corre rápidamente por las escaleras, al casi llegar a la azotea ve que hay un hombre esperándolo, se cubre rápidamente y evade los disparos que se estrellan cerca de él. Esteban escucha los zumbidos del arma del otro asesino y se enfila hacia él, pero éste se da cuenta y le dispara. Esteban apenas esquiva los disparos, pero cae al suelo,  ve que el hombre lo apunta, pero antes de que pueda disparar va a otro que lo taclea. Es Huhn.
“Si disparo yo sin silenciador voy a llamar más la atención”.
Esteban ve como estos hombre forcejean en el suelo.
“Qué pedo, voy a matar a los dos”.
Huhn golpea en el rostro a su contrincante, quien se queda un poco aturdido en el suelo, ve que Esteban las apunta con la pistola.
-Espérate, no lo hagas- dice mientras levanta su mano derecha hacia Esteban. Éste duda, lo recuerda.
Esteban dispara, Huhn se escama.
“Piche culero, me disparó, aunque…”
Huhn se da cuenta que no está herido, voltea hacia atrás y ve que el hombre con el que peleaba tiene su pistola en la mano y una bala en la frente, la herida sangra prominentemente. Esteban y Huhn se miran fijamente, ambos apuntan sus pistolas hacia el otro. Huhn empieza a bajarle lentamente.
“Si me descuido o me acerco me va a volver a desarmar”.
-Tranquilo Esteban, no vengo a arrestarte.
-Entonces qué chingados quieres.
-Pues que no viste, te ayudé con estos tipos que te querían quebrar.
Esteban mira a los dos muertos.
“Es cierto, por qué atacó a uno si es policía y se supone que todos están involucrados”.
-Dime qué es lo que quieres, ¿por qué me ayudas?
Huhn baja la pistola.
-Mira, la verdad ni yo mismo lo entiendo, pero desde que pasó todo esto hay cosas que han ocurrido en mi vida y me han dado vueltas en la cabeza, a lo mejor es porque estoy un poco loco o confundido últimamente, pero lo que quiero es que salgas de la ciudad.
Esteban duda, baja un poco la pistola.
-La verdad, yo conocí todo lo que hizo Carlos, sé cómo era y que merecía que lo mataras, por eso creo que no debes sufrir un castigo por eso.
“¿Este qué se trae, ¿habla en serio?”
-¿Te conozco de antes?- pregunta Esteban.
-No, bueno, te vi  en tu depa cuando te atacaron otros hombres, pero obvio que conozco tu historial, y creo que sé cómo te has de sentir, hasta cierto punto entiendo tu situación, me dijiste que lo que querías era volver a empezar, ¿No?
-Pues sí.  
-Digamos que yo también quiero eso, iniciar una nueva vida, y este es el punto de partida.
“Me está choreando este tipo”.
-¿Estás hablando en serio?- pregunta Esteban.
-Sí, mira- Huhn se guarda la pistola en su funda.
Se acerca  más a Esteban.
-Sé que es difícil creerlo, pero es la verdad, hasta cierto pinto siento que dejarte también me ayuda a mí.
-¿Cómo te ayuda a ti?
-A reivindicarme, no creas que fuiste el único que hizo cosas malas por culpa de Carlos.
“Es policía sucio”.
-Entonces tú le tapabas los asesinatos de Carlos.
-Sí, lo hice en varias ocasiones, y me arrepiento mucho de eso, por eso te digo que de aquí partamos hacia una nueva vida.
“Creo que sí está hablando en serio”.
Esteban baja la pistola, Huhn se relaja más, se acerca hacia él.
-Así que me vas a dejar ir, así nada más- dice Esteban.
-Sí.
-¿No quieres dinero ni nada?
-No, nada de eso.
Esteban se guarda la pistola en la parte trasera el pantalón.
-Está bien, gracias- dice.
-No, gracias a ti, ¿sí crees que puedas salir de la ciudad sin problemas?
-Sí, lo creo, aunque no puedo confiar en la información que me pasó el Rambo.
-¿A ver?- dice Huhn.
Esteban le pasa la hoja de papel a Huhn, éste la lee.
-Pues en general tiene razón, tal vez el Rambo no estaba metido en esta trampa, el Morcón fue quien te delató.
“Pinche marrano, no me voy hasta ajustar cuentas con él”.
Huhn le regresa al papel a Esteban, ambos se miran como si tuvieran lazos de amistad desde hace tiempo.
-Cuídate mucho Esteban- dice Huhn mientras la tiende la mano.
-Gracias ¿cómo te llamas?- pregunta Esteban mientras estrecha la mano de Huhn.
-Dime Huhn, así me dicen todos.
-De acuerdo Huhn, gracias.
Esteban se voltea por su bolsa de dinero.
“Qué  bien se siente esto, Esteban ya se va y mi remordimiento se…”
Huhn siente un piquete en la parte derecha de la espalda momentos después de escuchar un zumbido. El impacto que recibió en la espalda lo hace caer el suelo. Esteban escuchó ese ruido y se voltea rápidamente. Ve a Huhn caer al suelo, trata de tomar su pistola.
-No te muevas o te disparo.
Esteban ve al hombre que lo amenaza.
“El papá de Carlos”.
Un hombre de gran estatura, tez blanca y pelo engominado canoso que viste un traje y lentes  oscuros apunta a Esteban con una pistola con silenciador.

Lorena se acerca al carro del Flaco Álvarez y lo ve con el rostro golpeado y la cara de perro regañado. Él la mira y no dice nada. Lorena voltea hacia la azotea y le da miedo el silencio del edificio.

-Te vas a morir pinche Esteban.
El hombre se acerca a Esteban y pasa por encima del cuerpo de Huhn. Esteban se olvidó de su pistola y levanta las manos.
“Chingado, estaba tan cerca”.
El hombre lo mira con odio.
-Mataste a mi hijo cabrón, lo dejaste desfigurado de la cara, sabes lo que sintió su mamá al verlo en el velorio, no se le pudo arreglar totalmente.
“Pinche familia enferma”.
-Pues ándale, ya mátame- dice Esteban.
“Nada más que se descuide y desenfundó la pistola, o que se acerque más y lo desarmo”.
-No cabrón, voy a disfrutar este momento, te voy a hacer sufrir.
“No se acerca”.
El hombre jala el martillo de su escuadra.
“No puede ser, me va a matar, no soy tan rápido para desenfundar”.
Esteban fija su mirada en el cañón de la pistola.
“Ya va a salir la bala”.
Cierra los ojos. Escucha un disparo.
“No me duele nada, ese tiro fue sin silenciador”.
Abre los ojos y ve que el hombre tiene una herida en el pecho, todavía de pie, más atrás ve a Huhn tirado en el suelo, con su pistola en la mano izquierda, pero muy débil para disparar otra vez.
Esteban rápidamente desenfunda su arma y le impacto de su bala se incrusta en la frente del padre de Carlos. Mira a Huhn con agradecimiento. Huhn le devuelve el gesto.
-No te muevas maldito.
Esteban escucha este grito y apunta su pistola a dónde provino la voz, se detiene porque ve a una mujer. Huhn también voltea y ve a Lorena muy agitada y empuñando su pistola con las dos manos. Está muy débil para hablar.
“No se vayan a matar los dos”.
-Suelta la pistola imbécil, ya- amenaza Lorena.
-Suéltala tú, no quiero lastimarte.
Ambos se miran amenazadoramente, ninguno tiene la intención de bajar la guardia.
-Lo.. Lorena- dice Huhn.
Lorena lo ve de reojo sin apartar la atención de Esteban.
-Déjalo ir- prosigue Huhn.
-Te acaba de disparar por dejarlo ir, no seas idiota.
-Yo no le disparé- dice Esteban.
-No seas mentiroso- replica Lorena.
-Él… él tiene razón, él me salvó.
Lorena escucha y Huhn y observa su entorno, ve los demás cuerpos. Aun apunta a Esteban.
Huhn como puede se arrastra hacia Lorena, le toma una pierna cerca del talón con la mano izquierda, le mancha las medias de sangre.
-Déjalo ir por favor.
-No sé Huhn, eso es lo que tú quieres, pero no está bien.
-Yo… yo me estoy muriendo Lorena- dice Huhn y se desploma.
Al escuchar esto y ver que Huhn casi no se mueve, Lorena se agacha y toma a Huhn en sus brazos, se olvida de apuntar a Esteban.
-Huhn, Huhn aguanta- dice la mujer.
Esteban ve que Lorena toma su celular y pide auxilio para un oficial herido, se acerca a ellos.
-Ya viene la ayuda Huhn, no te me vayas a morir.
Huhn respira con dificultades. Esteban se da cuenta que ya no le ponen atención, va por su bolsa de dinero.
“Ya pidió ayuda, me tengo que ir”.
Con su bolsa de dinero se acerca nuevamente a ellos. Lorena lo ve de reojo pero no le pone mucha atención. Esteban y Huhn se miran, el primero le hace un gesto de despedida. Desaparece de la azotea.
Huhn dificultosamente saca un papel de la bolsa de su saco. Lo mancha de sangre.
-Te escribí una carta, por si me muero.
-Y si tenías pensado morir cómo me la ibas a dar.
-No, no lo pensé muy bien.
Ambos se ríen, Huhn tose. Lejanamente se escucha una ambulancia.

Lorena camina de un lado para otro en una sala de emergencias del hospital, cuando en la televisión instalada en la pared empieza un noticiero. Escucha la versión que dan, en donde Esteban asesinó a Carlos Villafuente padre de una forma cobarde, e hirió a dos oficiales que trataron de detenerlo en el cumplimiento de su deber. El oficial Álvarez sufrió heridas superficiales mientras que Mauricio Huhn lucha por su vida en el Hospital al recibir una bala en el pecho. Lorena se da cuenta que no mencionan los otros dos cuerpos y que la bala que recibió Huhn no es del mismo tipo de las que impactaron a Villafuente. No le importa.

Al lado de una carretera desconocida Esteban camina por los matorrales con una bolsa de viaje colgada en su hombro. Escucha un automóvil acercarse por la carretera, levanta el dedo gordo de la mano derecha, la camioneta destartalada se pasa de largo.
“¿También se pedirá aventón así en este país? Bueno no importa, lo bueno es que ya estoy libre. Aquí espero que me vaya bien, igual y ya me consigo una chava bien y un trabajo digno. Pero primero a ver si alguien me sube a su carro”.
Una brisa de aire envuelve el rostro de Esteban, el sol está deslumbrante pero no calienta, siente una frescura de libertad llenar su cuerpo.
“Qué buen lugar es este para volver a empezar”.  

Un techo amarilloso es lo primero que ve Huhn al abrir los ojos, poco a poco se acostumbra a la luz, nota que está es una cama de hospital y un suero inyectado en su brazo derecho, levanta un poco la cabeza y ve a Lorena sentada en un sillón, Lorena lo nota y se acerca a él.
-Qué bueno que ya despertaste, me tenías bien preocupada.
-¿Qué pasó?- pregunta Huhn.
Lorena le explica que estuvo una semana en coma y lo acontecido después de que se desmayó en la azotea.
“Pues qué bueno que todo salió bien”.
-¿Tú has estado acompañándome?- pregunta Huhn.
-Siempre- dice Lorena.
Huhn levanta la mano izquierda y Lorena la toma. Se miran fijamente y sonríen. Ambos están dispuestos a volver  empezar.