Una
mañana clara en Monterrey, Esteban está en el último piso del estacionamiento
donde fue citado para ver al Rambo. Al ser una azotea el lugar, tiene una
panorámica del Centro de la ciudad.
Nota el
Faro del Comercio a lo lejos, y recuerda que hace años que no ve su rayo
verdoso desplazarse por el cielo, después mira la Catedral de Monterrey.
“Demasiado
tarde para hacerme religioso”. Ríe.
Mira su
reloj de pulsera y ve que son tres minutos después de las 9.
“Pinche
raza siempre llega tarde, pero ahora estoy muy desesperado para esperar”.
Voltea
hacia abajo del edificio y solo ve gente caminar por la banqueta, nadie
sospechoso o que pueda ser el Rambo. Nota un Sedan color gris claro, el cual
nota familiar.
Escucha
pasos en las escaleras, se alarma porque aun no ve a la persona. Pone su mano
en el mango de la pistola, la cual metió en su pantalón por la espalda. Ve
llegar a un tipo de mediana estatura, complexión normal y el pelo largo rizado.
Porta lentes oscuros.
“Cual
Rambo, se parece más a Rigo Tovar”.
Al verlo
caminar hacia él Stiby guarda su pistola.
“Me
recuerda cantantes de videos gruperos que vi de chiquillo”.
-Esteban-
saluda el Rambo en voz alta antes de llegar al asesino.
Se dan la
mano.
-¿Cómo
estás?-pregunta Rambo.
-Pues
bien, en lo que cabe.
-Apenas
es temprano pero ya se siente que va a hacer calor verdad- comenta el Rambo.
-Pues sí,
aquí es así en Monterrey-
“Este
pendejo que tiene, que ya me diga cómo irme”.
El Rambo
mira el panorama.
-Se ve
chida la vista de aquí, el Faro del Comercio se ve grande, ¿Hace cuánto que no
ves el rayo?
-Ya tiene
años, oye el Morcón me dijo que podías ayudarme a salir del país.
-Ahh sí,
traes la lana, son 100 mil pesos- El Rambo pierde el tono amable.
-¿Tanto?
-Pues es
que va a estar difícil sacarte, todo mundo te conoce.
-Bueno, a
ver espérame.
Esteban
empieza a sacar fajos de billetes de su bolsa, al Rambo se le iluminan los ojos.
Esteban le da unos fajos de billetes.
-Ten,
aquí está.
El Rambo
toma los fajos.
-¿Está
completo?- pregunta.
-Claro.
-Ok, ok.
-Entonces,
cómo le vamos a hacer.
El Rambo
saca unas llaves de su pantalón.
-Ten, es
de un Platina que está a la vuelta, en Modesto Arreola, es seguro, te vas con
él hasta la frontera con Guatemala.
Saca un
pedazo de papel y se lo da a Esteban.
-Aquí
tienes un itinerario de los diferentes retenes y cuáles te van a dejar a pasar
sin broncas, ¿entiendes?
Esteban
ve el papel y asiente.
-Cuando
llegues a la frontera, muy discretamente buscas al agente Rogelio Ramírez, él
te va a dejar pasar, a lo mejor te pide mordida, ya sabes cómo son esos perros.
-Sí, sí
sé.
-Bueno mi
Esteban, eso es todo, ¿alguna duda?
-No, ¿Entonces
si sigo este itinerario no voy a tener problemas con los retenes?
-Así es,
hay muchos agentes federales y estatales que son corruptos y son parte de toda
una red, algunos a lo mejor te reconocen y te piden algo de lana, tú sabes que
todo esto se mueve así, el problema es si te topas con agentes que no son
corruptos, ahí ya te chingaste.
-Sí, está
bien, no pues muchas gracias Rambo.
Se dan la
mano.
-Ya
sabes, cuando se te ofrezca, y si ves al Morcón dile que ya no trague tanto o
se va a poner más marrano.
Esteban
ríe. El Rambo se despide con un ademan con la mano, y deja a Esteban solo en la
azotea del estacionamiento.
Mientras ellos
dos hablan arriba, Huhn llega al estacionamiento, nota el Sedan gris claro.
“Pinche
Flaco, siempre buscando cómo chingar gente”.
Se acerca
sigilosamente a la puerta del piloto, ve al Flaco leyendo una revista semanal,
no se percata que Huhn lo ve, éste golpea despacio el vidrio. El Flaco voltea a
verlo y se exalta, Huhn le hace la seña para que baje el vidrio. El Flaco oprime
el botón dubitativo.
-¿Qué
pasó mi Flaco, que andas haciendo aquí?
-Pos ya
sabes, te lo dije ayer.
-Pero no
me dijiste que la ibas a hacer de Halcón.
-Pues es
normal, que no.
-Pues sí,
¿cómo está la situación?
-Para qué
quieres saber.
-Pues
nada más, para echarte una mano si puedo.
-No, la
lana es mía, no me ayudes, no te voy a compartir.
“Siempre
tan avaricioso”.
-Bueno
ya- dice Huhn- supongo que ya están arriba no.
El Flaco
ve con desconfianza a Huhn. No responde.
-Se ve
que está tranquilo todo- dice Huhn.
-Mira
Huhn, no sé qué te pase hoy pero te voy a pedir que no estés chingando, tú te
hiciste a un lado en todo esto y…
Antes de
que pudiera terminar el Flaco, Huhn lo golpea con el mango de su pistola en la
boca, que sangra irremediablemente. El Flaco se tapa la boca con la mano y ve
que ésta se llena de rojo, escupe un diente.
-Pinche
culero, ya te vendiste.
Hun le
vuelve a dar un golpe con la pistola en la cara, el Flaco se duele y maúlla.
-A ver
cabrón- dice Huhn mientras le toma las manos al Flaco y lo esposa contra el
volante del carro, quita las llaves del interruptor y arranca la bocina del
volante.
-Mucho
cuidado con hacer ruido o tratar de comunicarte con alguien, porque te chingo,
me oíste pendejo.
El Flaco
solo asiente con los ojos lagrimeados.
Huhn se
enfila hacia el último piso del estacionamiento.
Al ver
irse al Rambo, Esteban siente algo de tranquilidad.
“Bueno,
ya nada más queda ir por el carro y ser libre, qué chido”.
Toma su
mochila y se dispone a salir cuando escucha pasos acercarse en las escaleras.
“Es más
de una persona”.
Busca un
lugar donde esconderse pero no encuentra nada, solo la pared que está al lado
de las escaleras y que es punto ciego para los que entran. Se acomoda ahí y saca su pistola. Ya no se
escuchan pasos, ni ningún ruido.
“Ya
vienen, ya vienen, alerta”.
Los dos
hombres que buscan asesinar a Esteban escuchan pasos tras de ellos. Se miran y
uno se queda a la espera. El otro se dirige hacia Esteban.
“Dónde se
metieron”.
Escucha
un ruido atrás de la pared en la que se esconde, se agacha rápidamente. El
hombre sale repentinamente del otro lado de la pared y dispara con silenciador,
no le da a Esteban, quien le dispara en el estómago y retumba en todo el
edificio. Huhn escucha y corre rápidamente por las escaleras, al casi llegar a
la azotea ve que hay un hombre esperándolo, se cubre rápidamente y evade los
disparos que se estrellan cerca de él. Esteban escucha los zumbidos del arma
del otro asesino y se enfila hacia él, pero éste se da cuenta y le dispara.
Esteban apenas esquiva los disparos, pero cae al suelo, ve que el hombre lo apunta, pero antes de que pueda
disparar va a otro que lo taclea. Es Huhn.
“Si disparo
yo sin silenciador voy a llamar más la atención”.
Esteban
ve como estos hombre forcejean en el suelo.
“Qué
pedo, voy a matar a los dos”.
Huhn
golpea en el rostro a su contrincante, quien se queda un poco aturdido en el
suelo, ve que Esteban las apunta con la pistola.
-Espérate,
no lo hagas- dice mientras levanta su mano derecha hacia Esteban. Éste duda, lo
recuerda.
Esteban
dispara, Huhn se escama.
“Piche
culero, me disparó, aunque…”
Huhn se
da cuenta que no está herido, voltea hacia atrás y ve que el hombre con el que
peleaba tiene su pistola en la mano y una bala en la frente, la herida sangra
prominentemente. Esteban y Huhn se miran fijamente, ambos apuntan sus pistolas
hacia el otro. Huhn empieza a bajarle lentamente.
“Si me
descuido o me acerco me va a volver a desarmar”.
-Tranquilo
Esteban, no vengo a arrestarte.
-Entonces
qué chingados quieres.
-Pues que
no viste, te ayudé con estos tipos que te querían quebrar.
Esteban mira
a los dos muertos.
“Es
cierto, por qué atacó a uno si es policía y se supone que todos están
involucrados”.
-Dime qué
es lo que quieres, ¿por qué me ayudas?
Huhn baja
la pistola.
-Mira, la
verdad ni yo mismo lo entiendo, pero desde que pasó todo esto hay cosas que han
ocurrido en mi vida y me han dado vueltas en la cabeza, a lo mejor es porque
estoy un poco loco o confundido últimamente, pero lo que quiero es que salgas
de la ciudad.
Esteban
duda, baja un poco la pistola.
-La
verdad, yo conocí todo lo que hizo Carlos, sé cómo era y que merecía que lo
mataras, por eso creo que no debes sufrir un castigo por eso.
“¿Este
qué se trae, ¿habla en serio?”
-¿Te
conozco de antes?- pregunta Esteban.
-No, bueno,
te vi en tu depa cuando te atacaron
otros hombres, pero obvio que conozco tu historial, y creo que sé cómo te has
de sentir, hasta cierto punto entiendo tu situación, me dijiste que lo que
querías era volver a empezar, ¿No?
-Pues sí.
-Digamos
que yo también quiero eso, iniciar una nueva vida, y este es el punto de
partida.
“Me está
choreando este tipo”.
-¿Estás
hablando en serio?- pregunta Esteban.
-Sí,
mira- Huhn se guarda la pistola en su funda.
Se
acerca más a Esteban.
-Sé que
es difícil creerlo, pero es la verdad, hasta cierto pinto siento que dejarte
también me ayuda a mí.
-¿Cómo te
ayuda a ti?
-A
reivindicarme, no creas que fuiste el único que hizo cosas malas por culpa de
Carlos.
“Es
policía sucio”.
-Entonces
tú le tapabas los asesinatos de Carlos.
-Sí, lo
hice en varias ocasiones, y me arrepiento mucho de eso, por eso te digo que de
aquí partamos hacia una nueva vida.
“Creo que
sí está hablando en serio”.
Esteban
baja la pistola, Huhn se relaja más, se acerca hacia él.
-Así que
me vas a dejar ir, así nada más- dice Esteban.
-Sí.
-¿No
quieres dinero ni nada?
-No, nada
de eso.
Esteban
se guarda la pistola en la parte trasera el pantalón.
-Está
bien, gracias- dice.
-No, gracias
a ti, ¿sí crees que puedas salir de la ciudad sin problemas?
-Sí, lo
creo, aunque no puedo confiar en la información que me pasó el Rambo.
-¿A ver?- dice Huhn.
Esteban
le pasa la hoja de papel a Huhn, éste la lee.
-Pues en
general tiene razón, tal vez el Rambo no estaba metido en esta trampa, el
Morcón fue quien te delató.
“Pinche
marrano, no me voy hasta ajustar cuentas con él”.
Huhn le
regresa al papel a Esteban, ambos se miran como si tuvieran lazos de amistad
desde hace tiempo.
-Cuídate
mucho Esteban- dice Huhn mientras la tiende la mano.
-Gracias
¿cómo te llamas?- pregunta Esteban mientras estrecha la mano de Huhn.
-Dime
Huhn, así me dicen todos.
-De
acuerdo Huhn, gracias.
Esteban
se voltea por su bolsa de dinero.
“Qué bien se siente esto, Esteban ya se va y mi
remordimiento se…”
Huhn
siente un piquete en la parte derecha de la espalda momentos después de
escuchar un zumbido. El impacto que recibió en la espalda lo hace caer el
suelo. Esteban escuchó ese ruido y se voltea rápidamente. Ve a Huhn caer al
suelo, trata de tomar su pistola.
-No te
muevas o te disparo.
Esteban
ve al hombre que lo amenaza.
“El papá
de Carlos”.
Un hombre
de gran estatura, tez blanca y pelo engominado canoso que viste un traje y
lentes oscuros apunta a Esteban con una
pistola con silenciador.
Lorena se
acerca al carro del Flaco Álvarez y lo ve con el rostro golpeado y la cara de
perro regañado. Él la mira y no dice nada. Lorena voltea hacia la azotea y le
da miedo el silencio del edificio.
-Te vas a
morir pinche Esteban.
El hombre
se acerca a Esteban y pasa por encima del cuerpo de Huhn. Esteban se olvidó de
su pistola y levanta las manos.
“Chingado,
estaba tan cerca”.
El hombre
lo mira con odio.
-Mataste
a mi hijo cabrón, lo dejaste desfigurado de la cara, sabes lo que sintió su
mamá al verlo en el velorio, no se le pudo arreglar totalmente.
“Pinche
familia enferma”.
-Pues
ándale, ya mátame- dice Esteban.
“Nada más
que se descuide y desenfundó la pistola, o que se acerque más y lo desarmo”.
-No
cabrón, voy a disfrutar este momento, te voy a hacer sufrir.
“No se
acerca”.
El hombre
jala el martillo de su escuadra.
“No puede
ser, me va a matar, no soy tan rápido para desenfundar”.
Esteban
fija su mirada en el cañón de la pistola.
“Ya va a
salir la bala”.
Cierra
los ojos. Escucha un disparo.
“No me
duele nada, ese tiro fue sin silenciador”.
Abre los
ojos y ve que el hombre tiene una herida en el pecho, todavía de pie, más atrás
ve a Huhn tirado en el suelo, con su pistola en la mano izquierda, pero muy
débil para disparar otra vez.
Esteban
rápidamente desenfunda su arma y le impacto de su bala se incrusta en la frente
del padre de Carlos. Mira a Huhn con agradecimiento. Huhn le devuelve el gesto.
-No te
muevas maldito.
Esteban
escucha este grito y apunta su pistola a dónde provino la voz, se detiene
porque ve a una mujer. Huhn también voltea y ve a Lorena muy agitada y
empuñando su pistola con las dos manos. Está muy débil para hablar.
“No se
vayan a matar los dos”.
-Suelta
la pistola imbécil, ya- amenaza Lorena.
-Suéltala
tú, no quiero lastimarte.
Ambos se
miran amenazadoramente, ninguno tiene la intención de bajar la guardia.
-Lo..
Lorena- dice Huhn.
Lorena lo
ve de reojo sin apartar la atención de Esteban.
-Déjalo
ir- prosigue Huhn.
-Te acaba
de disparar por dejarlo ir, no seas idiota.
-Yo no le
disparé- dice Esteban.
-No seas
mentiroso- replica Lorena.
-Él… él
tiene razón, él me salvó.
Lorena escucha
y Huhn y observa su entorno, ve los demás cuerpos. Aun apunta a Esteban.
Huhn como
puede se arrastra hacia Lorena, le toma una pierna cerca del talón con la mano
izquierda, le mancha las medias de sangre.
-Déjalo
ir por favor.
-No sé
Huhn, eso es lo que tú quieres, pero no está bien.
-Yo… yo
me estoy muriendo Lorena- dice Huhn y se desploma.
Al
escuchar esto y ver que Huhn casi no se mueve, Lorena se agacha y toma a Huhn
en sus brazos, se olvida de apuntar a Esteban.
-Huhn, Huhn
aguanta- dice la mujer.
Esteban
ve que Lorena toma su celular y pide auxilio para un oficial herido, se acerca
a ellos.
-Ya viene
la ayuda Huhn, no te me vayas a morir.
Huhn
respira con dificultades. Esteban se da cuenta que ya no le ponen atención, va
por su bolsa de dinero.
“Ya pidió
ayuda, me tengo que ir”.
Con su
bolsa de dinero se acerca nuevamente a ellos. Lorena lo ve de reojo pero no le
pone mucha atención. Esteban y Huhn se miran, el primero le hace un gesto de
despedida. Desaparece de la azotea.
Huhn dificultosamente
saca un papel de la bolsa de su saco. Lo mancha de sangre.
-Te
escribí una carta, por si me muero.
-Y si
tenías pensado morir cómo me la ibas a dar.
-No, no
lo pensé muy bien.
Ambos se
ríen, Huhn tose. Lejanamente se escucha una ambulancia.
Lorena
camina de un lado para otro en una sala de emergencias del hospital, cuando en
la televisión instalada en la pared empieza un noticiero. Escucha la versión
que dan, en donde Esteban asesinó a Carlos Villafuente padre de una forma
cobarde, e hirió a dos oficiales que trataron de detenerlo en el cumplimiento
de su deber. El oficial Álvarez sufrió heridas superficiales mientras que
Mauricio Huhn lucha por su vida en el Hospital al recibir una bala en el pecho.
Lorena se da cuenta que no mencionan los otros dos cuerpos y que la bala que
recibió Huhn no es del mismo tipo de las que impactaron a Villafuente. No le
importa.
Al lado
de una carretera desconocida Esteban camina por los matorrales con una bolsa de
viaje colgada en su hombro. Escucha un automóvil acercarse por la carretera, levanta
el dedo gordo de la mano derecha, la camioneta destartalada se pasa de largo.
“¿También
se pedirá aventón así en este país? Bueno no importa, lo bueno es que ya estoy
libre. Aquí espero que me vaya bien, igual y ya me consigo una chava bien y un
trabajo digno. Pero primero a ver si alguien me sube a su carro”.
Una brisa
de aire envuelve el rostro de Esteban, el sol está deslumbrante pero no calienta,
siente una frescura de libertad llenar su cuerpo.
“Qué buen
lugar es este para volver a empezar”.
Un techo
amarilloso es lo primero que ve Huhn al abrir los ojos, poco a poco se acostumbra
a la luz, nota que está es una cama de hospital y un suero inyectado en su
brazo derecho, levanta un poco la cabeza y ve a Lorena sentada en un sillón,
Lorena lo nota y se acerca a él.
-Qué
bueno que ya despertaste, me tenías bien preocupada.
-¿Qué pasó?-
pregunta Huhn.
Lorena le
explica que estuvo una semana en coma y lo acontecido después de que se desmayó
en la azotea.
“Pues qué
bueno que todo salió bien”.
-¿Tú has
estado acompañándome?- pregunta Huhn.
-Siempre-
dice Lorena.
Huhn
levanta la mano izquierda y Lorena la toma. Se miran fijamente y sonríen. Ambos están dispuestos a volver empezar.